Receta de Becadas asadas al tomillo

Receta de Becadas asadas al tomillo

Recetas con becada francesa

Terroso, cálido y reconfortante son tres palabras que me encantan cuando se trata de comida. Cualquier plato que pueda prometer -y ofrecer- todas estas cosas es sin duda un ganador en mi libro. Este festín de becada es sin duda una cena otoñal para complacer a una multitud y se puede preparar con un mínimo esfuerzo. Aunque también es una alternativa perfecta al asado de los domingos.

La becada es mi carne de caza favorita, tanto para comer como para cocinar, así que siempre evito hacer demasiadas cosas al ave y simplemente la aso con un poco de condimento para acentuar y potenciar su profundo sabor a caza. Los acompañamientos son bastante sencillos, pero a pesar de ello, ambos combinan perfectamente con el plato y son deliciosos con la becada.

Sé por experiencia propia que la becada puede ser difícil de conseguir por mucho que se intente, pero un buen faisán funciona igual de bien. Intente pedirle a su carnicero que le consiga algunas, ya que suelen tener un contacto que les suministra su carne de caza.

Las chirivías asadas son uno de mis platos favoritos, aunque no tanto cuando se hacen con miel, pero cuando estaba preparando esta receta decidí probarlo y la verdad es que funciona de maravilla. El ligero dulzor casi levanta las chirivías, haciéndolas menos pesadas y voluminosas, lo que resulta perfecto con la becada, más ligera.

Cómo limpiar la becada

El faisán asado puede secarse y no hace justicia al ave en realidad. Creo que es mejor en cazuela o empanada. En el pasado preparé un salmis de faisán, un plato francés delicioso con una rica salsa de trufas. También he intentado varias veces hacer un pastel de faisán y manitas de San Juan, que está delicioso pero lleva horas y horas hacerlo. Como resultado, cada vez que lo he hecho me he sentido tan frustrado y molesto que he jurado no volver a ir allí nunca más.

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El faisán es una de las aves de caza más suaves, el alhelí del mundo de la caza, supongo. Yo prefiero la perdiz y la becada porque suben mucho el nivel de caza. O así era, hasta que se me ocurrió hacer faisán en maceta o, para ser más preciso, ahumarlo,

La mejor manera de comer este faisán en adobo es ligeramente templado o a temperatura ambiente sobre una tostada caliente con mantequilla y un poco de alcaparras. A mí también me gusta acompañarlo con un poco de pepinillo (la receta está en mi blog). Es delicioso, la carne es suave, tierna y ahumada, y el tomillo y la mantequilla realzan los sabores. Ha cambiado por completo mi opinión sobre el faisán… Este es mi regalo de Navidad: ¡disfrútalo!

Cómo cocinar pechuga de becada

Becada:1 becada 2 dientes de ajo morado 1 chalota 1 ramita de tomillo 1 ramita de cebollino 50 gr de foie gras 1 trufa melanosporum 6 cucharadas de aceite de oliva virgen extra 1 rebanada de pan Plum pudding:1⁄2 litro de agua 50 gr de azúcar 2 cucharadas de cacao en polvo 5 semillas de cardomomo machacadas 125 sémola de maíz instantánea 50 gr de mermelada de calabaza 50 gr de piñones tostados 50 gr de grosellas 1 vaso de ron 1 cucharada de mantequilla

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Budín de ciruelasCaramelizar el azúcar. Añadir el agua al cacao y la sémola y cocer durante diez minutos mientras se añaden los demás ingredientes y se remueve a fuego lento con una espátula de madera. Servir caliente en forma de quenelle.

Becada asada

En la última entrada les hablé de los orígenes de la olla a presión, inventada por el francés Denis Papin en el siglo XVII. Una parte de su historia me llamó mucho la atención, y fue un comentario casi desechable que hizo el diarista John Evelyn. Asistió a la “cena filosófica” en la que Papin cocinaba para los miembros de la Royal Society, todo cocido a presión en su “Digestor”. Evelyn escribió en su diario y describió lo deliciosamente tierno que estaba todo, pero señaló que las palomas estaban especialmente ricas:

Comimos lucios y otros pescados, con espinas y todo, sin ningún impedimento; pero nada superó a las palomas, que sabían como si estuvieran horneadas en un pastel, todo esto guisado en su propio jugo, sin ninguna adición de agua excepto lo que nadaba alrededor del digestor…”.

No sé qué evoca su mente cuando imagina cómo era una tarta de pichón en tiempos pasados, pero yo siempre pienso en la ilustración y descripción de Dorothy Hartley en su maravilloso libro Food in England. El suyo tiene una corteza doble y una capa de masa de albóndigas de sebo en el interior, pero lo que me interesaba aquí era el interior del pastel.

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